LOS ORÍGENES DE LA ECONOMÍA PRODUCTIVA
LOS ORÍGENES DE LA ECONOMÍA PRODUCTIVA
Los primeros pobladores del planeta practicaban una economía meramente recolectora, basada en recoger los alimentos que la naturaleza ponía a su alcance: frutos, raíces, caza, pesca. A partir del Neolítico, es decir así casi unos 10.000 años, los hombres aprendieron a cultiva la tierra y a domesticar animales, y con la práctica de la agricultura y la ganadería se inició la economía productiva, que es la que seguimos practicando en nuestros días. Más tarde, el hombre aprendió a manipular los productos que le proporcionaban la agricultura o la ganadería para convertirlos en alimentos no perecederos, vestidos, materiales de construcción, etc. Transcurrieron después varios siglos hasta que, finalmente, a raíz de la Revolución Industria (siglo XVIII), la invención de las maquinarias y la masiva utilización de las fuentes de energía permitió fabricar productos totalmente nuevos, destinados a hacer la vida cada vez más cómoda y la civilización más avanzada científica y técnicamente. En este estudio de economía productiva muy tecnificada e en el que se encuentran actualmente los países desarrollados. Un estudio en el que los hombres no producen directamente los bienes que consumen, si no que trabajan recibiendo a cambio un dinero que les permite adquirir todo aquello que necesitan para su subsistencia. Algo muy alejado de las primitivas formas de organización económica, basadas en la producción para el propio consumo y en el trueque. Aunque, no obstante, hay aun diversos lugares del mundo en los que subsisten todavía lo que consideramos economías primitivas.
En su nivel más elemental, la economía seria, por tanto, el conjunto de las actividades destinadas a obtener los medios necesarios para la propia subsistencia. Y en su nivel más desarrollado, la economía podría definirse como el conjunto de actividades y medios encaminados a satisfacer las necesidades humanas, lo que significa, más concretamente, controlar la producción, la circulación, la distribución y el consumo de bienes.
Economías de mercado y economías planificadas
En todos estos procesos de producción, distribución, etc., las autoridades estatales pueden intervenir de una manera más o menos intensa o más o menos directa. Por ejemplo, creando empresas estatales, imponiendo impuestos al consumo de determinados productos, otorgando incentivos para la producción de determinados bienes, o regulando el marco legal en el que pueden llevarse a cabo las actividades económicas.
En la mayoría de la sociedades modernas, el Estado tiene una intervención importante en el desarrollo económico, pero dejando al mismo tiempo un amplio margen de maniobra a la iniciativa de los particulares. Esto da lugar a un sistema económico que llamamos de economía de mercado, en la que la producción se supedita a las exigencias del mercado, es decir, de consumo.
Lo contrario de la economía de mercado es la economía planificada, que fue adoptada por los países comunistas. En una economía planificada, todas las actividades económicas son controladas y dirigidas por una autoridad superior al margen del mercado, normalmente el Estado, la cual decide por si sola que, cuanto, como, y donde hay que producir, y también como hay que distribuir los bienes asi obtenidos.
Dentro de la economía planificada existen diversos niveles, desde la economía totalmente planificada hasta la economía planificada con libertad de consumo, libre elección de profesión y de empresa.
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