LOS SISTEMAS AGRÍCOLAS
LA AGRICULTURA
Llamamos agricultura al arte de cultivar la tierra para obtener de ella productos útiles para el consumo, básicamente alimentos. La agricultura es la actividad que permitió a los hombres pasar de vida nómada a sedentaria, y apareció por primera vez en algunos valles fluviales (los del Nilo, Éufrates, Tigris y Ganges), hace casi unos 10.000 años.
Por ser una actividad que se desarrolló esencialmente al aire libre, la agricultura esta sumamente condicionada por el medio ambiente, en partículas por el clima, los suelos y el relieve.
El desarrollo biológico de las plantas depende de la cantidad de radiación solar, de las temperaturas, la humedad atmosférica y de algunos otros factores directamente relacionados con el clima. Por este motivo, la agricultura, en cualquier lugar de mundo, depende en primer lugar de las condiciones climáticas. El clima condiciona los tipos de cultivo, ya que hay plantas que precisan más o menos calor que otras, o más o menos agua, y condiciona también la productividad o rendimiento que se obtiene de los cultivos.
El segundo gran factor condicionante de la agricultura son los suelos. Por suelo se entiende una pequeña capa de la biosfera que se forma en el sustrato terrestre de la degradación de las rocas superficiales. El suelo comprende restos orgánicos, llamados humus y también determinados minerales que son esenciales para la vida de las plantas. Pero no todos los suelos que cubren la superficie terrestre libre de hielos son aptos para los cultivos. Hay suelos demasiado húmedos, otros demasiado secos, suelos poco profundos, suelos pobres en nutrientes, etc.
Finalmente, en lo que depende del relieve, hay que excluir los terrenos excesivamente accidentados o montañosos, difíciles de cultivar. Y aún hay que añadir las disponibilidades de agua, pues sin ella las plantas no pueden crecer y desarrollarse.
Las técnicas agrícolas
Si bien estos factores, por separado o combinados, pueden hacer totalmente imposible la agricultura en algunos lugares (por ejemplo, el los desiertos, por falta de suelos adecuados y de agua; en la alta montaña, por las bajas temperaturas y falta de suelos adecuados; en los pantanos, por exceso de agua, etc.) es un hecho que el que el género humano ha luchado con éxito contra muchos de ellos, logrando ampliar progresivamente las zonas de cultivo y consiguiendo resultados cada vez más satisfactorios gracias a la mejora de técnicas agrícolas.
Uno de los elementos que más han influido en esta lucha del hombre contra el medio han sido los abonos y fertilizantes, que permiten mejorar los suelos y les devuelven su fertilidad original cuando la han perdido.
Por su parte, las prácticas de cultivo en invernaderos son útiles para combatir el exeso de frio o de calor, así como para diversificar los cultivos e intensificar la producción. Los invernaderos son recintos más o menos grandes, con una cubierta de vidrio o plástico, que hancen posible el cultivo de plantas tropicales en regiones frias, o de otras especies vejetales fuera de la estación que le es propia. Un meto similar consiste en cubrir los cultivos con plásticos a nivel del suelo, para impedir, por ejemplo, su contacto con la luz solar.
Contra las limitaciones del relieve, el hombre ha optado esencialmente por la construcción de terrazas, que son plataformas escalonadas situadas en las vertientes con excesiva pendiente, separados por pequeños muretes de piedra que impiden la destrucción del suelo por erosión.
No obstante, y a pesar de todos los esfuerzos llevados a cabo, las tierras de cultivo representan tan solo el 11% de la superficie total de nuestro planeta. Los expertos consideran que el desarrollo alcanzado permitiría poner en explotación un 19% más, pero esto exigiría grandes inversiones económicas, y son pocos los paise dispuestos a llevarlas a cabo.
Desde el punto de vista humano, la agricultura es el medio directo de subsistencia de más de 350 millones de familias de todo el mundo. De ellas, 250 millones utilizan aun técnicas muy rudimentarias, y solo 10 millones se sirven de medios mecanizados y técnicas avanzadas, esos desiquilibrios se reflejan también a nivel alimentario, ya que mucho países no son capaces de producir alimentos suficientes para toda la población, y carecen al mismo tiempo de los recursos financieros necesarios para adquirirlos en los mercados exteriores. Entonces aparece el fantasma de las hambrunas. Como consecuencia de ello, actualmente unos 450 millones de personas padecen de hambre o enfermedades derivadas de la malnutrición.
Los sistemas agrícolas
Considerando diversos elementos, como las formas de explotación agraria, los tipos y técnicas de cultivo, los sistemas de regadío y el tamaño de las parcelas, es posible establecer diversas clasificaciones de la actividad agraria.
La primera es la que distingue entre agricultura de secano, en la que el suministro de agua para las plantas depende exclusivamente de las lluvias, y agricultura de regadío en la que el agua que precisan los cultivos es aportado por el hombre de forma artificial. El regadío representa una práctica agraria más avanzada, ya que comporta la construcción de una red de canalización de agua, constituida por canales, pozos y acequias, y proporciona a cambio rendimientos mucho más elevados y seguros al no depender de la meteorología. El riego puede ser de tres tipos: por inundación, cuando se anegan los campos en cultivo; por infiltración, cuando se distribuye el agua a los campos por medio de canales y acequias; y por aspersión, cuando el agua se arroja en forma de lluvia por medio de aparatos especiales. Este último tiene la ventaja de que limpia al mismo tiempo las plantas, facilitando así su respiración.
Hay, no obstante, algunos cultivos, como el arroz que requieren el riego por inundación.
Atendiendo al tamaño de las unidades de explotación se distingue entre agricultura latifundista y agricultura minifundista. La primera es la que se realiza en grandes extensiones de terreno pertenecientes a un mismo propietario; normalmente, los trabajos agrarios los llevan a cabo obreros asalariados que a veces solo trabajan o cobran por temporadas. La agricultura minifundista, por el contario, es la que se practica en unidades o parcelas muy pequeñas, que a menudo provienen de la división de la tierra por cuestiones de herencia. Ambos tipos de explotación presentan ventajas e inconvenientes. Así, por ejemplo, en la agricultura latifundista a menudo las tierras no están suficientemente aprovechadas y los jornaleros no perciben la remuneración adecuada; como en los minifundios ocurre con frecuencia que el reducido tamaño de las parcelas impide la mecanización y la obtención de buenos rendimientos. Para subsanar estos inconvenientes, en la actualidad se tiende a conseguir, por diversos medios, una agricultura basada en la propiedad mediana, que hace posible la mecanización de las labores y ocupación permanente de los agricultores, asegurándoles un nivel de vida aceptable. Para pasar de latifundismo y el minifundismo a la propiedad mediana, loa gobiernos ponen en práctica distintas medidas dentro de los planes llamados de reforma agraria. Desde el punto de vista de los rendimientos obtenidos, se puede distinguir entre agricultura intensiva y agricultura extensiva.
La agricultura intensiva es aquella en la que el suelo se cultiva de forma continua y con todos los medios necesarios para obtener elevados rendimientos. La agricultura extensiva, en cambio, limita las inversiones en medios y a veces no utiliza todo el suelo disponible, ya que no busca obtener los rendimientos máximos. Cada una de ellas se subdivide a su vez en función de productividad.
La agricultura intensiva de baja productividad es característica del sur y este de Asia, y en ella un gran número de campesinos cultiva el suelo de forma ininterrumpida, obteniendo unos rendimientos elevados en términos absolutos, pero escasos en relación con la abundancia de mano de obra necesaria.
La agricultura de elevada productividad es la que se practica en Europa occidental, donde con mano de obra reducida se obtiene rendimientos elevadísimos. Es una agricultura muy mecanizada y extraordinariamente rentable, que se orienta esencialmente hacia el mercado.
La agricultura extensiva de baja productividad es característica de la mayor parte del continente africano. Utiliza abundante mano de obra y obtiene rendimientos escasos, debido básicamente al atraso en las técnicas de cultivo y al escaso uso de abonos y fertilizantes.
La agricultura extensiva de elevada productividad es característica de América del Norte, donde a menudo no es necesario cultivar toda la tierra disponible, ya que la producción resulta suficiente. Cada agricultor posee grandes extensiones de tierra y, aunque los rendimientos por unidad de superficie no son demasiado elevados, consigue un elevado rendimiento económico.
Según los tipos de cultivo, la agricultura puede ser de monocultivo, cuando se obtiene un solo producto, y de policultivo¸ cuando se obtiene varios productos de forma asociada. Constituyen un ejemplo de monocultivo las grandes plantaciones de café, caña de azúcar, bananos, etc., de América Central y del Sur, mientras que el policultivo se encuentra sobre todo en el área mediterránea, donde en trigo suele asociarse con el olivo o el almendro, y también con diversos frutales.
Por último, se puede distinguir aún entre agricultura de subsistencia y agricultura comercial. La primera produce lo necesario para abastecer exclusivamente el consumo de agricultor y su familia, sin dejar excedentes para el mercado, mientras que la segunda se orienta hacia la venta de las cosechas en los mercados nacionales o internacionales, buscando como finalidad principal la rentabilidad financiera. En general, se puede considerar que la agricultura más avanzada es la comercial, y la más arcaica y menos desarrollada, la de subsistencia.
Sistemas de propiedad y explotación de la tierra
La explotación de la tierra puede ser directa, cuando la trabaja el mismo propietario o su familia, o indirecta, cuando el propietario se beneficia de los frutos o rentas de la tierra sin trabajarla.
Entre los sistemas directos de explotación, los más habituales son el arrendamiento, la aparcería y la enfiteusis.
El arrendamiento es un contrato entre el propietario y otra persona, llamada arrendatario, por lo que el primero cede el cultivo de la tierra por u tiempo determinado y a cambio de un precio establecido.
La aparcería es una forma de explotación en la que el propietario pone la tierra y el aparcero el trabajo, repartiéndose entre ambos el fruto de las cosechas en partes proporcionales.
La enfiteusis es una forma permanente de arrendamiento, en las que el propietario cede las tierras a cambio de una renta anual.
Dentro de los sistemas de explotación directa de la tierra, merecen mención especial por sus peculiaridades los latifundios y las plantaciones. En ambos casos, el propietario no cultiva directamente sus tierras, sino que lo hace por medio de obreros asalariados a los que abona un jornal, y dispone de beneficio integro de la cosecha. Es la forma de agricultura que más se asemeja a la organización de la empresa industrial.
Comentarios
Publicar un comentario