Clasificación de las nubes

Las nubes pueden clasificarse atendiendo a su forma y a la altura a que se desarrollan. Ambas clasificaciones fueron adoptadas oficialmente por la Conferencia Meteorológica Internacional hace ya varios años, puesto que las distintas clases de nubes son representativas de situaciones atmosféricas o estados de tiempo concretos, lo que les confiere un gran valor de cara a la predicción del tiempo meteorológica.

En función de la altura se distinguen cuatro grupos o familias. A la familia A incluye las nubes altas, que aparecen a más de 6.000 m de altitud y suelen ser cirroformes. A la familia B corresponden las nubes intermedias, que suelen situarse entre los 6.000 y los 2.000 m, y que son cumuliformes o estratiformes. A la familia C está integrada por las nubes bajas, que no sobre pasan los 2.000 m y son generalmente estratiformes. Finalmente, la familia D comprende las nubes de desarrollo vertical, que pueden aparecer relativamente cerca del suelo y llegar hasta los 6.000 m, y son siempre cumuliformes.

Por su forma, las nubes se clasifican en cuatro tipos y siete géneros. Los cuatro tipos son: cirros, estratos, cúmulos y nimbos (en latín, cirrus, stratus, cumulus y nimbus). Los géneros, que se obtienen combinando los cuatro tipos, son: cirrocúmulos, cirrostratos, altocúmulos, altostratos, nimbostratos, estratocúmulos y cumulonimbos. Empleando definiciones muy sencilla, se puede decir que los cirros son nubes filamentosas; los estratos, nubes de desarrollo horizontal y dispuestas en capas; los cúmulos, nubes de desarrollo vertical, redondeadas y de aspecto algodonoso; y los nimbos, nubes oscuras y sin forma determinada.

Profundizando un poco más, es posible determinar con mayor precisión las principales características de estos cuatro grandes tipos. Los cirros son nubes blancas y ligeras, fibrosas y frágiles, que aparecen a más de 6.000 m de altitud y ofrecen normalmente un brillo intenso. Están formadas por finísimos cristales de hielo.

Los estratos son nubes bajas, para lelas al horizonte, que se estructuran en capas delgadas y muy uniformes, y que suelen dar origen a las lluvias suaves a las que llamamos lloviznas. Los estratos, que pueden ser blancos o negros, se sitúan al nivel del suelo, dando origen entonces a la  niebla. Los cúmulos son nubes densas, de desarrollo vertical, con la parte inferior plana y la superior arqueada y con protuberancias más o menos acentuadas. Forman masas muy espesas y suelen aparecer en los días calurosos del verano como consecuencia de las corrientes ascendentes del aire caliente.

Finalmente, los nimbos son nubes de color gris oscuro, portadoras de lluvias, que por regla general aparecen siempre en forma de nimbostratos.

En cuanto a los géneros, sus propios nombres indican que combinan en cada caso las características de dos de los grandes tipos descritos. Los cirrocúmulos son nubes situadas a altitudes superiores a los 6.000 m, formadas por masas globulares muy apretadas. Generalmente están constituidas por cristales de hielo, y son las que dan origen al llamado <<cielo aborregado>>.

Los cirrostratos, que combinan características de los cirros y de los estratos, son nubes de estructura fibrosa, como lis cirros, que forman una especie de gran velo, como los estratos. Suelen ser uves muy blancas y se encuentran a más de 6.000 m de altitud.

Los altocúmulos y los altostratos son sencillamente estratos o cúmulos situados entre los 2.000 y los 6.00o m de altitud.

Los nimbostratos, por su parte, son nubes oscuras, amorfas y de bordes desgarrados, que suelen provocar lluvias o nevadas de larga duración. Suelen desarrollarse desde las proximidades del suelo hasta poco más de 1.000 m de altitud, y son tan opacas que impiden ver el sol.

Los estratocúmulos son nubes bajas, al igual que los estratos, y gruesas y densas, como los cúmulos; son normalmente oscuras, de aspecto muy irregular, y con algunas aberturas por las que puede verse el azul del cielo.

Los cumulonimbos, por último, son nubes gigantescas en forma de torre, que se hallan a alturas comprendidas entre 500 y 6.000 m. suelen provocar intensas precipitaciones en forma de lluvia o de granizo, principalmente durante la época estival.

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