Los ríos como agente erosivo

Los ríos transportan, por diversos procedimientos, una gran cantidad de materiales que previamente han arrancado del terreno. La capacidad del rio para arrancar estos materiales constituye su fuerza erosiva.

Una vez arrancados, los materiales son transportados por las aguas, los que origina a su vez la erosión del cauce y las orillas del rio, y finalmente son depositados en forma de sedimentos o aluviones. Todo este proceso tiene lugar según unos ritmos preestablecidos y da origen a una serie de paisajes y formaciones  características.

Los elementos de mayor tamaño que se desplazan junto con las aguas del rio son los guijarros. Estas piedras pueden ser conducidas por arrastre y por saltación. En este primer caso, avanzan unos metros por el hecho del rio hasta que embarcan y después vuelven a ser arrastrados, en un proceso que se repite continuamente. La saltación tiene lugar principalmente durante las crecidas, cuando las aguas circulan con más fuerza. Estoces, los guijarros avanzan a saltos, y se van rompiendo y desgastando hasta quedar reducidos a pequeñas piedras redondeadas y pulidas, denominadas cantos rodados. Los materiales más finos, como las arenas y las arcillas, son transportados en suspensión, mientras que otros materiales diversos son transportados por disolución y flotación. Estos últimos carecen de importancia en el proceso erosivo del rio.

En el recorrido desde su nacimiento hasta la desembocadura (curso), el rio puede llevar a cabo principalmente un trabajo de erosión, de transporte o de sedimentación. En función de esto, y de algunos otros factores, se habla del curso alto, curso medio y curso bajo del rio.

El curso alto de un rio es más cercano a su nacimiento, y normalmente el más accidentado. En esta zona, el rio discurre entre montañas y a menudo se ve obligado a abrirse paso en lugares donde no lo hay. La pendiente suele ser pronunciada, y la fuerza de las aguas es enorme, por lo que la corriente arranca muchos materiales del sustrato que excavan, por rozamiento, un lecho profundo. Así se forman los valles característicos del curso alto, que tienen forma de V. Cuando el rio se ve obligado a abrirse paso en un terreno rocoso, aparecen las gargantas y los congostos, lugares estrechos y profundos por los que su curso discurre muy hundido, encajado entre elevadas paredes verticales.

Cuando las gargantas, en lugar de ser de escasa longitud y muy cerradas, son muy largas y forman un valle angosto, de paredes escarpadas, constituyen lo que se denomina un cañón. Los cañones son un tipo de formación muy espectacular que suelen excavar los ríos en las regiones áridas. El más famoso es el Gran Cañón del Colorado, en Estados Unidos, donde en el transcurso de los siglos el rio Colorado ha ido ahondando cada vez más su cauce hasta formar un valle que en algunos lugares alcanza los 2 km de profundidad. Su anchura oscila entre 7 y 25 km, y su longitud alcanza los 380 km.

En el curso alto de un rio, donde la fuerza erosiva es muy intensa, puede ocurrir que también los materiales del hecho sean más o menos duros. Entonces, el tramo de materiales duros, más resistente a la erosión, conserva mayor altura, mientras que en el de materiales blandos se va bajando cada vez más. Este es el motivo de la aparición de rápidos, cascadas o cataratas y saltos de agua, que son más frecuentes ene l curso alto, aunque también pueden aparecer en el curso medio y en el curso bajo.

El curso medio de un rio empieza don de las aguas abandonan la región montañosa y comienzan a discurrir por un terreno con menos pendiente. La corriente no tiene tanta fuerza, y las aguas circulan a velocidad mucho menor que en el curso alto, pero el caudal es más abundante y el cauce más profundo. En el curso medio la fuerza erosiva del rio no es tan intensa, y adquiere mayor importancia en cambio el transporte de materiales. No obstante, algunos fenómenos erosivos típicos de esta zona son los meandros y las terrazas.

Los meandros son una sucesión de amplias curvas que el rio forma cuando discurre muy lentamente al transitar  por un terreno completamente llano. En ellos existe una gran diferencia entre la parte cóncava, donde las aguas fluyen con mayor rapidez, erosionando profundamente la orilla, y la parte convexa, en las que apenas hay corriente y la erosión es sustituida por una abundante sedimentación. Esta diferencia entre una orilla y otra puede llegar a cerrar tanto la curva del meandro que acabe por estrangularlo, formándose entonces un meandro abandonado, que también recibe el nombre de oxbows. Si este proceso se repite a menudo, todo el valle queda cubierto de sedimentos fluviales y salpicado por pequeñas lagunas en forma de media luna de los meandros abandonados.

Las terrazas fluviales se forman cuando se produce un descenso del nivel del agua del mar. En este caso, la pendiente del rio aumenta y las aguas fluyan con más fuerza, produciéndose una erosión más intensa que ahonda el caudal del rio. Las terrazas fluviales originan un paisaje característico, constituido por llanuras horizontales, alargadas y paralelas al curso del rio, que terminan en una especie de acantilado totalmente vertical, perpendicular al cauce. La formación de terrazas es un proceso que se repite y da origen a un paisaje escalonado, con sucesivas superficies horizontales terminadas en acantilados que van descendiendo hasta el lecho del rio. Se habla entonces de terrazas escalonadas¸ y es fácil deducir que las inferiores son de formación más reciente que las superiores. Desde tiempos muy remotos, las terrazas de los ríos han constituido uno de los espacios preferidos por el hombre para establecer sus asentamientos.

El último tramo de un rio, es decir, el más cercano a su desembocadura, es el curso bajo. En este tramo ya casi no hay pendiente, y la erosión y el trasporte dejan paso a la sedimentación. De toda la carga que transportan las aguas, los primeros materiales que se depositan son los guijarros, los cantos rodados y las gravas, que empiezan ya a sedimentarse en el curso alto. Después, la corriente deposita las arenas y finalmente, ya en la desembocadura, las arcillas que lleva en suspensión y los iones disueltos en el agua. Esta continua aportación de sedimento o aluviones por parte del rio da lugar normalmente a la formación, junto al curso bajo, de grandes planicies, llamadas llanuras aluviales, que son terrenos muy fértiles para la agricultura.

En el punto donde el rio entra en contacto con el mar, la fuerza de sus aguas decrece por la acción combinada de las corrientes costeras y de los flujos de las mareas, y entonces tiene lugar una acumulación de los sedimentos que transporta el curso fluvial. Esta acumulación de sedimento puede producirse de varias maneras, dando origen a distintos tipos de desembocaduras. Las más importantes son los deltas y los estuarios.

Los deltas se forman generalmente en las costas resguardadas, donde las mareas y las corrientes marinas tienen poca importancia. La escasa fuerza de las aguas marinas hace que la corriente vaya depositando sus aluviones cada vez más lejos del litoral, constituyendo un depósito de sedimento de forma triangular que sobre sale claramente de la línea de la costa. A menudo, la acumulación de aluviones llega a cerrar el propio cause del rio y este se ve obligado a abrirse paso por otro lugar, lo que da origen a la aparición de varios brazos. Tres ríos que desembocan formando grandes deltas son el Orinoco, en Venezuela, el Nilo, en Egipto, y el Mississippi, en Estados Unidos.

Al contrario que los deltas, los estuarios se forman normalmente en las costas abiertas, en las que tiene gran importancia las mareas y las corrientes marinas. La fuerza de las aguas arrastra los aluviones hasta zonas muy alejadas de la desembocadura y los depósitos en el fondo del océano. Como el estuario se comunica abiertamente con el mar o con el océano, se forma una mezcla de aguas y de sedimentos. Uno de los estuarios más grandes del mundo es el del rio Amazonas.

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