La altitud

La altitud es otro de los factores del clima, porque repercute tanto en las temperaturas como en las precipitaciones. El efecto de la altitud sobre las temperaturas consiste en que provoca su disminución, a razón de 1oC cada 150 m. La explicación es que con la altura disminuye la densidad del aire, y cuanto menos denso es el aire, menos capacidad tiene para retener y reflejar el calor.

Las precipitaciones, en cambio, aumentan con la altitud, ya que el aire al elevarse se enfría, y al elevarse alcanza su nivel de saturación, lo que provoca la condensación del vapor de agua y la aparición de las precipitaciones.

Las montañas, de hecho, son las causantes de un tipo peculiar de precipitaciones, llamadas precipitaciones de relieve, que se originan cuando una masa de aire húmeda tropieza con la montaña y se ve obligada a ascender para poder salvar el obstáculo montañoso y continuar su camino.

Estas precipitaciones de relieve pueden dar origen a un fenómeno peculiar denominado efecto foehn. El efecto foehn consiste en que, cuando el aire se eleva para salvar una masa montañosa, descarga toda su humedad en la vertiente expuesta a los vientos dominantes (vertiente de barlovento), convirtiéndose después en una masa de aire seco que desciende por la otra vertiente (vertiente de sotavento), con ausencia de precipitaciones y una intensa sensación de bochorno, ya que al descender, el aire se va recalentando progresivamente. Se da entonces el contraste de que en las vertientes de barlovento el tiempo es casi siempre nublado y lluvioso, mientras que en las de sotavento es totalmente claro y despejado. Como consecuencia de esto, se observa también una gran diferencia en el paisaje de dos vertientes, ya que mientras una se mantiene siempre verde y húmeda, con una cubierta vegetal abundante, la otra acusa la sequía y apenas puede desarrollarse la vegetación.

Hay que tener en cuanta, no obstante, que las zonas más elevadas de las montañas (a partir de los 3.000 m en las zonas templadas y de 5.000 en la zona tropical) registran en general una gran escasez de precipitaciones, puesto que cuando llegan a una cierta altitud las masas de aire ya han descargado toda la humedad.

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