Los vientos

Los vientos, que son masa de aire en movimiento, inciden en el clima de diversas maneras. Por un lado, y en un sentido más inmediato, aumentando o disminuyendo la sensación de frio o de calor, haciendo el clima más pesado o más tolerable. Por otro lado, y en un sentido más remoto, desplazando grandes masas de aire, que pueden dar el origen, a una ola de calor, una ola de frio o un periodo de lluvias.

Es habitual, en invierno, sentir más intenso el frio cuando sopla un viento fuerte, o experimentar cierto alivio, en verano, cuando la brisa aligera un tanto el calor. Estas son las consecuencias más tangibles de los llamados viento periódicos, que soplan en algunos momentos del día o en determinadas épocas del año, y no siempre en la misma dirección. Tal es el caso, por ejemplo, de la brisa marina, que sopla del mar a la tierra durante el día, y de la tierra al mar durante la noche. Un tipo especial de vientos periódicos son los denominados vientos locales, que soplan solo en determinados lugares. Un ejemplo característico podría ser el llamado pampero, viento que sopla en la Pampa argentina.

Pero existen otros vientos, llamados vientos constantes, que soplan continuamente y siempre en la misma dirección. Son vientos constantes, por ejemplo, los alisios y vientos del oeste, que se han mencionado al explicar la circulación general atmosférica.

Para definir los vientos se toman en consideración dos factores, que son la velocidad y la dirección. La dirección se mide con el anemómetro, y se expresa en kilómetros/hora (km/h). Puede dar lugar a vientos suaves (10 km/h), fuertes (100 km/h) y huracanados (más de 120 km/h). La dirección del viento se determina con la veleta, y se expresa en relación a los puntos cardinales de procedencia: viento norte, del este, del noreste, etc.

Las temperaturas, las precipitaciones y los vientos, como se ha dicho son los tres elementos más importantes a la hora de definir el clima. Pero hay que tener en cuenta también otros elementos secundarios, como la nubosidad o número de días a lo largo del año en que el cielo permanece cubierto de nubes; la humedad atmosférica, que influye en la mayor o menor abundancia de precipitaciones, etc. Estos elementos no son tan determinantes como los tres anteriores, pero pueden hacer más o menos agradable el clima de un lugar.

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